Conclusión...

Es notorio el gran poder que los medios han ido alcanzando con los años, se han convertido en un monstruo al cual una gran parte de la población mundial ha decido darle fe. El desarrollar un criterio propio es indispensable para la mejora en la construcción de conocimiento y es triste que la realidad apunte a que no se está caminando por esa senda. Hoy en día el TID es uno de los temas al que se le ha hecho falsa publicidad y como consecuencia se ha obtenido una idea estereotipada de él y se ha vuelto tan común que sea parte del entretenimiento que en materia científica el reflector en una medida considerable ha disminuido su luminosidad.

Beatriz Vera dice “el marcado interés del Séptimo Arte por el trastorno de identidad disociativo no ha resultado en un correcto tratamiento del mismo, más bien al contrario, ha sido presentado en la mayoría de las ocasiones de forma errónea y confusa”. Con esto los medios han causado daños no sólo al concepto del TID, sino que esto a su vez ha afectado a las personas que lo padecen pues son todas esas películas, series y libros los responsables de una ofensa ante su condición al momento de utilizar información falsa simplemente para vender más. Se ha jugado mezquinamente y la conclusión de toda escalofriante historia es la distorsión de una realidad que aqueja a un grupo de personas que el día de hoy está en medio de una lucha mental y se encuentran defendiendo su vida misma.

El TID es un tema en pañales y es aquí cuando por fin un rayo de sol comienza a disipar toda la obscuridad que lo ha envuelto, pues su conocimiento desconocido en la actualidad brinda la oportunidad de realizar investigaciones más profundas y tratar con más humanidad a sus víctimas. Hay mucho trabajo por hacer y aún muchas preguntas por responder pero librarse de ideas erróneas puede simbolizar un buen comienzo.